El transeúnte miró cuando clavaban en el tronco de un samán un cartel de metal que tenía la siguiente inscripción “CRISTO VUELVE”.
Luisiana Pérez
Con el tiempo la inscripción se fue borrando poco a poco a medida que el óxido iba apoderándose del metal. Cierto día, al pasar por el camino que lo conduce hacia su trabajo, miró que de la inscripción no quedaba nada y recordó al amor que, al igual que Cristo, no volvió… El transeúnte sintió un clavo lacerándole la vida y se conmovió al pensar que el óxido del tiempo puede borrar hasta las más ingentes promesas.
Francisco José Aguiar
A veces las promesas nacen ya siendo ingentes, otras, simplemente se convierten en tal por incumplidas. Lo más seguro es que el samán haya olvidado las heridas de su tronco cuando las letras aún se leían claras. ¡Estupendo relato!
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