Ir al contenido principal

El niño que venció al coronavirus




Luisana Pérez

Miguel – mientras titilaba por la fiebre – pensaba sobre lo duro que es luchar contra un monstruo invisible. En su delirio golpeaba el aire con la intención de vencer al virus que lo mantenía en una habitación llena de máquinas ruidosas… golpeaba el aire frenéticamente hasta quedarse rendido. 
Cuando volvía en sí miraba con recelo a los doctores y enfermeras que, por su aspecto, parecían astronautas y preguntaba por su mamá. A lo que le respondían: “Por tu condición no puede estar aquí. Pero a las tres de la tarde te hará una vídeo llamada”. 
En la clínica se enteró de la muerte de muchos familiares y conocidos, así que en su mente se fijó una idea: inventar un aparato que hiciera visible al enemigo que asolaba a sus seres queridos para vencerlo. 
Cuando lo dieron de alta Miguel se metió en su laboratorio y al cabo de unos meses – después del obstinado ensayo y error – inventó unos lentes que hacían visible al monstruo que casi le quita la vida… 
  Al verlo se asustó, pero como estaba protegido con elementos de bioseguridad y en su mano izquierda tenía un atomizador con alcohol… lo roció reiteradas veces y se derritió como mantequilla. 
  Así Miguel, el niño genio que estuvo confinado en una clínica, logró vencer al ser más espantoso que ha tenido la humanidad. Ustedes también pueden vencerlo si utilizan el mismo producto o en su defecto: cloro. Otra cosa, si desean conseguir los lentes que hacen visible al monstruo… Miguel los tiene a la venta. Interesados llamar al 0426-1092851.  

Francisco Aguiar 





Comentarios

  1. ¡Un cuento muy bueno! Contar las cosas desde el punto de vista básico y humano de un niño siempre es una buena elección para llegar al público. Además, el tema no puede ser más candente, y con toda seguridad no deja indiferente a nadie. Felicidades, Francisco Aguiar

    ResponderEliminar
  2. Interesante y pedagógico esperanzador de como se visión ese niño se querer vencer la muerte y buscar un invento además que permitió materializar esa solución

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Las montañas de los poetas

LAS MONTAÑAS DE LOS POETAS A Mermin Valiente Mientras observo al Tiramuto vienen a mi mente montañas latinoamericanas por obra y gracia de sus poetas. A la mayoría de ellas no las he visto ni en postales, pero las he visto desde los ojos de quienes le han prodigado canciones, es decir, las he visto con sus mejores galas.   *El conquistador por más que quiso no pudo borrar las voces que son flor y canto en la blanca Iztaccíhuatl y en el horizonte que surcan aves para hermosear el paisaje. Iztaccíhuatl, a ti llegué por Salvador Pliego una mañana de abril y desde entonces no hago más que admirarte.   *Por Rubén Darío caí en cuenta que en Centroamérica hay un cono gigantesco que se refleja en el armonioso espejo del lago de Managua… su nombre es Momotombo y ha sido proclive a más de una leyenda. Momotombo, te miras en tu lago y se acrecienta el enigma en mi corazón de poeta.   *En la cordillera de la costa venezolana la sonrisa del Ávila enamora a los caraqueñ

Estos monstruos de la razón

Estos monstruos de la razón     N ova Cae la tarde y me pongo a pensar en la lucha existente entre la religión y la ciencia. Por un lado están los que desdeñan la teoría evolucionista de Charles Darwin, por el otro, los amantes de la lógica pura, es decir, los que piensan que todo es matematizable. No entienden o no se dan cuenta que son dos aspectos de un mismo fenómeno y en cuanto a la supuesta irreconciabilidad debo enfatizar: sólo es una lucha de poder.           Un dirigente religioso que en sus discursos censura a Darwin, a Aristóteles, a Einstein, es decir, a la ciencia. No debería usar teléfonos celulares, ni automóviles, ni el confort de una casa convenientemente amoblada. Un científico que en sus tratados censura al espíritu no debería enamorarse. Algo imposible pues hasta el científico más recalcitrante se enamora.           A los cristianos les enseñan que sólo en la Biblia está la verdad; a los comunistas, que sólo en el Manifiesto de Marx está la verd