Luisana Pérez |
Miguel – mientras titilaba por la fiebre – pensaba sobre lo duro que es luchar contra un monstruo invisible. En su delirio golpeaba el aire con la intención de vencer al virus que lo mantenía en una habitación llena de máquinas ruidosas… golpeaba el aire frenéticamente hasta quedarse rendido.
Cuando volvía en sí miraba con recelo a los doctores y enfermeras que, por su aspecto, parecían astronautas y preguntaba por su mamá. A lo que le respondían: “Por tu condición no puede estar aquí. Pero a las tres de la tarde te hará una vídeo llamada”.
En la clínica se enteró de la muerte de muchos familiares y conocidos, así que en su mente se fijó una idea: inventar un aparato que hiciera visible al enemigo que asolaba a sus seres queridos para vencerlo.
Cuando lo dieron de alta Miguel se metió en su laboratorio y al cabo de unos meses – después del obstinado ensayo y error – inventó unos lentes que hacían visible al monstruo que casi le quita la vida…
Al verlo se asustó, pero como estaba protegido con elementos de bioseguridad y en su mano izquierda tenía un atomizador con alcohol… lo roció reiteradas veces y se derritió como mantequilla.
Así Miguel, el niño genio que estuvo confinado en una clínica, logró vencer al ser más espantoso que ha tenido la humanidad. Ustedes también pueden vencerlo si utilizan el mismo producto o en su defecto: cloro. Otra cosa, si desean conseguir los lentes que hacen visible al monstruo… Miguel los tiene a la venta. Interesados llamar al 0426-1092851.
Francisco Aguiar
¡Un cuento muy bueno! Contar las cosas desde el punto de vista básico y humano de un niño siempre es una buena elección para llegar al público. Además, el tema no puede ser más candente, y con toda seguridad no deja indiferente a nadie. Felicidades, Francisco Aguiar
ResponderEliminarInteresante y pedagógico esperanzador de como se visión ese niño se querer vencer la muerte y buscar un invento además que permitió materializar esa solución
ResponderEliminar