Y por más que se le desgañite el corazón, si es que el corazón se puede desgañitar, enmudecer de tanto gritar, de inquietarse a todas horas, no se puede hacer nada si ese alguien a quien van remitidas tales señales de afecto permanece inmutable. Luisana Pérez Ella, Gladymar, no escucha. Bueno, escucha pero se hace la desentendida. Ya le hemos dicho a Javier que no gaste pólvora en zamuro, pero él sigue haciendo malabares para captar su atención. Hasta se ha metido en cuentas enormes para comprarle regalos costosos. La sortija de oro que le regaló la dejó ahí, ahí en el mostrador. Coño, entiende, nunca te ha querido y nunca te querrá. Asiente con la cabeza, enarca las cejas pobladas que se gasta, y me habla con esa voz lacerada que alguna vez tuve. ¿Por qué no te vas por un tiempo? No hay lumbre que dure hasta la eternidad. Acepta esta plata, paga tus deudas y vete. Pero ni acepta la plata ni me escucha. Juega con la sortija, la hace girar. Lo miro como viéndome a mí mismo
Este blog contiene exclusivamente el trabajo literario de Francisco José Aguiar, licenciado por la universidad de San Carlos; narrador, poeta y dramaturgo. Lcdo. en Educación por la Universidad Nacional Ezequiel Zamora, cursó el Taller de Formación Teatral que auspició la Compañía Nacional de Teatro (CNT) en el 2014. Publica y colabora con diversos medios venezolanos entre los que se cuenta la Revista Memoralia.